Eco.Pós - Programa de Pós-Graduação da Escola de Comunicação da UFRJ - O Curso - Histórico
 
 
   
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MEMORIA
Entrevista hecha en 2014
Heloisa Buarque de Hollanda
Heloisa Buarque de Hollanda se formó en Letras Clásicas en la PUC de Rio, hizo maestría y doctorado en Literatura Brasileña en la UFRJ y pos-doctorado en Sociología de la Cultura en la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos. Autora de libros como Macunaíma, da Literatura ao Cinema, Impressões de Viagem y Cultura e Participação nos Anos 60, su línea de investigación siempre privilegió la relación entre cultura y política, en especial en las áreas de poesía, relaciones étnicas y de género y culturas marginalizadas. Profesora emérita de la ECO, tuvo importante participación en el desarrollo del Programa de Pos-graduación en Comunicación, desde los años 1970, con la creación, por ejemplo, del Centro Interdisciplinar de Estudios Contemporáneos, reconocido en 1986 como laboratorio autónomo de la pos. Creadora y curadora del Portal Literal, especializado en literatura brasileña, Heloisa fue también directora del Museo de la Imagen y el Sonido de Rio de Janeiro y está hoy al frente del proyecto Universidad de las Quebradas, en la Facultad de Letras.

ENTREVISTA:

Heloisa, ¿cómo se dio su formación en Letras, antes de trabajar en la Escuela de Comunicación?
Yo hice Letras Clásicas – Griego y Latín -, me formé en eso. Después salí del país, me quedé un tiempo afuera. Y volví directo para Literatura Brasileña. Pero ahí trabajaba en la Facultad de Letras en la Avenida Chile. Era un tiempo excelente, muy bueno. Era 1964, 65. La universidad era caliente, ¿no? Debate para todo lado, los alumnos animadísimos, profesores, todo.

Antes de 1968 era posible.
Sí, antes de 68. Era un clima increíble como universidad, lugar de pensamiento. Yo trabajaba allá y en 1968, es que se creó la ECO. Vino gente de Letras, fundamentalmente de Letras, el mayor contingente. Y vino gente también de otras unidades. 

¿Usted vino en ese primer grupo?
Vine en ese primer grupo, y me quedé dando mitad de mi tiempo: 20 horas en Letras, 20 horas en Comunicación. Pero ahí vino 1968 y el clima de la universidad se volvió muy depresivo. Entonces aquel encanto de Letras pasó y, de cierto modo, la Comunicación tenía un magnetismo, era nuevísima. Usted podía inventar lo que quisiera. Eran los primeros años de una institución, colegas jóvenes, todo el mundo apostando en esa cosa nueva. Y salí de Letras y migré totalmente para Comunicación.

¿Usted daba clases de qué?
Daba clases de Fotografía, imagínese. Fotografía y Cine. Entonces era una cosa, así, estimulante.

Retomando un poco, usted dice que estuvo un tiempo afuera. Se formó y después...
Fui para Harvard. Mi marido de la época fue a estudiar allí, hacer la maestría en Derecho, en 1963. Ahí, yo fui a trabajar en el Centro de Estudios Latino-americanos y no solté más el asunto. Y me olvidé totalmente del griego y el latín, para siempre.

¿Nunca más?
Ya hice mi maestría en Literatura Brasileña. Nunca más, nunca más.

Usted vivió 1968... 
Intensamente.

¿El ambiente dentro de la universidad se volvió muy pesado, no?
Sí, mucho. Había delaciones, era un clima de paranoia generalizada.

¿Dentro de Comunicación también?
En Comunicación era más divertido. Comunicación quedaba en un edificio en la Plaza de la República. Por primera vez había clases en esa sala. Los profesores eran pocos, y todos comenzando un trabajo el mismo día. Entonces era un equipo de personas inventando una escuela. Era muy bueno.

Y en la pos-graduación, ¿cuándo comenzó a dar clases?
No me acuerdo bien de la pos, pero creo que, cuando la pos fue creada yo fui directo para allá, porque ya tenía maestría y doctorado. Comunicación tenía una gracia y un límite que era la novedad. Entonces, no tenía profesores de Comunicación, por ejemplo. Sólo fue a tener profesor de Comunicación una generación después. Por eso es que uno era de Letras, el otro de no se qué. Y ninguno tenía maestría en Comunicación. Esa formación no existía. Entonces, para crear la pos, fue la misma cosa. Para crear la pos, fue una migración de otras áreas. La pos de la ECO se diferencia mucho de las otras Comunicaciones, porque es muy filosófica, antropológica, que es una cosa de la ECO, un poco por causa de esa composición. Y quedó más interesante por causa de eso. Cuando comenzó a venir la Capes queriendo cambiar aquello, dio un desánimo general.

¿Era un intento de cambiar la identidad?
Comunicación, al comienzo, era entendida como todo. Como no teníamos equipos, era una escuela nueva, usted no formaba en Cine, no formaba en nada que exigiese tecnología. Hasta Fotografía, que era mi caso, no tenía laboratorio, porque en aquel tiempo usted fotografiaba y revelaba. El laboratorio sólo existiría mucho tiempo después. La escuela no formaba técnicos en Comunicación, porque no tenía profesionales de Comunicación ni equipos para eso. Entonces, ese primer tiempo fue un tiempo muy rico, creo que dio un DNA bien especial para la ECO, ese de ser fundamentalmente interdisciplinar y reunir personas que gustaran de aquella novedad – salir de sus disciplinas de origen para ir para una aventura. Eran todos muy jóvenes, más o menos todos de la misma edad. Era muy estimulante. La época de la Plaza de la República fue increíble. Hubo excelente directores también. Simeão Leal, que era increíble. Realmente, era un buenazo, dejaba andar lo que estuviera andando. Entonces los alumnos inventaban, nosotros inventábamos. Era tipo un laboratorio, digamos. 

¿Usted cree que el mal momento del país incentivaba de alguna forma la innovación?
La invención, sí. Por eso dije que Letras se deprimió mucho, porque ya estaba establecida. Quedó vacía. La otra nunca estuvo vacía. Fuimos para crear una cosa, no tuvo el baque de despidos ni nada. Fue creada después. 

De sus alumnos en la pos, ¿se acuerda de personas que merezcan mayor destaque?
Tengo una memoria pésima, siempre tuve. Pero deje ver si me acuerdo. En la graduación me acuerdo de Abel Silva, mucho. Ahora en la pos, hice tanta orientación de tesis...

Usted creó el Ciec, ¿no?
Sí, en la pos. Viajé para Estados Unidos, fui a hacer un pos-doctorado. Pasé tres años en la Universidad de Columbia. Cuando volví, creé ese centro, que se llamaba Centro Interdisciplinar de Estudios Contemporáneos. Era una cosa trayendo esos sujetos nuevos para la Comunicación, la mujer, el negro, todas esas identidades que estaban apareciendo aquí en los años 1970, que estaban entrando en la academia. Es la época en que los estudios feministas aparecieron en la academia como teoría. Teníamos estudios judaicos, hicimos un gran acervo, se generó mucha investigación, investigación internacional, mucha. Era una cosa bastante importante, porque yo estaba llegando de un periodo de tres años en la academia americana. Entonces vino aquel tsunami atrás. Había mucho apoyo y muchos personajes extranjeros también en el Ciec. Hicimos mucha publicación, había una serie llamada Papéis Avulsos, era un lugar, así, muy productivo, con mucho proyecto grande. Había otra serie, llamada Quase Catálogo, que también era muy interesante. Comenzamos a hacer levantamientos. Por ejemplo: la historia de la televisión hasta 1962. En 1962, la video grabadora fue introducida en las televisiones. Entonces, antes de 62, no había ningún registro. Era todo en vivo, sin registro. Levantamos esa historia hacia atrás, entrevistamos personas. Me gusta mucho la documentación, siempre fui enamorada de eso: producir documentos – no tanto guardarlos, sino producir. Entonces hicimos ese registro, fue increíble, porque esas personas estaban muriendo. Fue en 1980.

Un registro necesario y urgente.
Entrevistamos técnicos, sonidistas, personal de escenografía, actores, directores, todos aquellos que aún estaban vivos. Después hicimos el cine mudo. En la serie Quase Catálogo hicimos cine mudo también. Aquellas revistas antiguas, del tiempo del cine mudo. En el Año Internacional de las Mujeres, en la Década de la Mujer, de 1975 a 1985, cubrimos todo lo que pasó, todas las exposiciones de ese periodo. Hicimos uno de un proyecto muy grande que el Ciec desarrolló, llamado Proyecto Abolición, en 1988, en función de los cien años de la Abolición. Percibimos que había mucho dinero en el país para las conmemoraciones de la Abolición. Había convocatorias en todo lugar, Funarte, etc. Entonces hicimos un proyecto con apoyo de la Fundación Ford, cubriendo todas las manifestaciones, con la pregunta: “¿De qué se habla cuando se habla de color en el Brasil de hoy?”. Porque fue un momento extraordinario, con mucha cosa ocurriendo, y registramos todo, pero registramos bien registrado. Un acervo.

¿Siempre por medio de la pos?
Eso. Es un acervo importante. Porque, por ejemplo, la Marcha de la Abolición, fue una marcha muy polémica, porque el movimiento negro no reconoce el día 13 de mayo – la Abolición de la aristocracia, del príncipe, de la princesa Isabel. Ellos creen que la fecha negra por excelencia de liberación es Zumbi, 20 de noviembre. Entonces hubo boicot en las manifestaciones oficiales de 13 de mayo. Filmamos rigurosamente todo. En la Marcha de la Abolición, tenemos la grabación de Globo, de TVE, la grabación de antropólogos que hacían preguntas. Es una cosa muy linda. Tenemos un panorama, un estado del arte del debate sobre el Brasil en aquel año.

Después del Ciec usted creó el Pacc.
Creé el Programa Avanzado de Cultura Contemporánea, que es otra cosa, pero ya desvinculado de la ECO, una cierta secuencia del Ciec, pero en otro ambiente. Me quedé en la ECO hasta 1993, el año en que hice el polémico concurso. Después todavía daba unos cursos, pero ya no participaba más activamente y salí del Ciec.

El concurso fue asunto hasta en la prensa.
En todo, portada de todo. El concurso fue filmado por la TV Globo, fue pesado. Pero ahí me fui para otro lugar. Continúe dando aula en la ECO, pero ya en el Pacc. Me quedé en el CFCH (Centro de Filosofía y Ciencias Humanas) un tiempo, después fui para el Fórum de Ciencia y Cultura. Daba clases de pos-graduación de la ECO, pero no era en el espacio de la ECO, era en el espacio del Pacc. Había un auditorio bonito y los alumnos iban allí. Y ahora volví sólo para Letras. Viaje de Ulises.

¿Cómo usted veía la relación de la Capes con ese modelo de pos de la ECO?
La Capes es un maquillaje que se hace. No sé esa generación de ahora, porque estoy alejada de la ECO hace bastante tiempo. Fui jubilada, porque usted se tiene que jubilar a los 70 años. Es una cosa cruelísima, el día de su cumpleaños, corta. Ni avisan. Eso para todas las profesiones públicas. Es una cosa horrorosa, un regalo de cumpleaños de una depresión... Porque es en el propio día. No hay ritual, nadie dice: “Ahora usted se va a jubilar. Firma aquí un documento”. Usted no firma nada. Es absolutamente una decapitación. Y usted ya está desesperado porque está cumpliendo 70 años, cree que está muriendo, está pésimo de la cabeza y ¡además es despedido! 

Pero usted es profesora emérita.
Sí, profesora emérita de la ECO. Entonces continúe un tiempo más, tengo 75 años, hace cinco años eso. Este año [2014] es que fui para Letras del todo. Porque lo necesitaba. Tengo un proyecto gigantesco. Se llama Universidad de las Quebradas. Enorme.

Ese proyecto no cabría en la ECO?
No, pero yo intenté volver. Intenté volver pero no había más espacio, no había condiciones. Porque el Pacc es un proyecto de pos-doctorado, y la ECO también estaba queriendo crear un pos-doctorado. No sé si ya lo creó. Entonces era medio incompatible. Si ya tuviera, podría tener otro, pero sólo el mío ya estaba consolidado. No hubo conflicto, pero hubo un desajuste institucional. No daba para colocar el Pacc allí. Y no daba tampoco para colocar el Quebradas allí. Letras es enorme. Salas, teatro. Enorme y vacío. Hice una sala gigantesca para nosotros. Construí porque hay mucho espacio.

¿Antes del Ciec, que es de la mitad de los años 1980, cuáles son sus otras memorias de la pos?
La ECO siempre fue muy buena. Ahora está diferente. Yo soy pre-Ivana Bentes. Era muy familiar, una empresa familiar. Marcio Tavares, por ejemplo, es medio mi hermano Es una cosa así, complicada. Es muy familiar. Muniz Sodré, jugábamos de matarnos uno al otro. Es familia. ¿Ya vio la navidad? Pero era una pelea familiar, aquella cosa. Los conflictos y las alianzas eran de carácter familiar, no profesional. No era competitividad, no era eso. Era personal, cosas insignificantes. Y afectiva. Ahora creo que no es. Tomó otro rumbo. La pos era un círculo cerrado. Los directores se iban alternando. Yo nunca tuve un cargo burocrático.

¿Por gusto, o falta? 
Por gusto, porque siempre fui una persona muy alternativa. Toda mi carrera es muy marcada por una cosa alternativa. Luiz Pinguelli Rosa, por ejemplo, decía: “El Pacc es una ONG, no es un programa”. Porque lo tomo y hago la obra. Con el dinero de la Finep hice la obra en Letras, una sala para mí. En el otro Pacc, también había hecho la obra. Era un edificio abandonado, al lado del CFCH, no había nadie. Le pedí a Maculan: “¿Usted me da una parte de eso?”. Él dice: “Eso no soporta carga”. Yo le dije: “No, eso no soporta carga de libros. Somos personas, más leves que libros”. Ahí él dice: “Vaya”. Y yo ocupé. El edificio estaba abandonado. Hoy está lleno de gente aquel edificio. Tiene clases de la ECO, tiene todo. Yo siempre tuve unas cosas así, medio off, la cosa institucional me aflige un poco. 

¿Hablando de su obra escrita, sus libros, que destacaría?
Tengo tres antologías, que dieron polémicas pavorosas, porque era una cosa sobre discutir lo que era o no literatura. Hoy estoy trabajando con literatura de periferia, de favelas. Es el mismo discurso: “Es literatura, no es literatura”. Es una pelea con el canon. Por eso es que el cargo institucional también obstaculiza un poco. Siempre tuve esa trayectoria. Por ejemplo, hice un libro llamado Impressões de Viagem, que seria la versión teórica de la antología. Pero la antología es más importante, porque dio una pelea que era una pelea de una ¡intensidad! Porque era una pelea en un momento depresivo, en 1976. Y ahí todo el mundo gritando que aquello no era literatura, que aquello era una porquería. Ahí uno gritaba de un lado, otro de otro. Generó un debate interesante: “¿Es o no es literatura?”. Volviendo a la pregunta, yo respondería: Impressões de Viagem. Pero no es verdad.

¿Y más allá de los libros?
Yo trabajo con muchos soportes. Hice películas, muchas películas. Hice mucha exposición, un soporte que adoro. Hice una investigación enorme de blogs, el paso del libro para el blog, del blog para el libro. Hice una exposición mega, en Rio y São Paulo, llamada Blooks – blog más book. Allí hay un libro. Lo que trabajé estudiando, y viendo, investigando. Sólo que no escribí, hice esa exposición mega. Entonces toda mi investigación, si usted va mirando, va a dar una exposición primero, porque es mi lenguaje por excelencia. Soy una persona de espacio, me gusta trabajar el espacio. Ahora, por ejemplo, que estoy trabajando prioritariamente periferia, la primera cosa que hice fueron dos exposiciones llamadas Estética de la Periferia, en que colocamos en cuestión (la hice con el Gringo Cardia), qué estética era esa, si había una estética o si era sólo un problema social. Entonces hicimos una megaexposición, de cuatro pisos, en los Correos. Una investigación mega también, porque fuimos a todos los barrios de Rio de Janeiro, barrimos todo. Juguetes, diseño de muebles, ropa, grafiti, obvio, fachadas de casas. Fuimos hasta el fondo.

¿Usted moviliza mucho a los alumnos para ese trabajo?
Mucho, siempre, y todo eso es curso. Comencé a trabajar un tema que no paré hasta hoy, ahora estoy haciendo un libro. Pero estoy haciendo un libro después de haber hecho las dos exposiciones. Hice esa e hice otra, llamada Periferia.com. Fue en el Parque Lage, también grandona, todo grande. Periferia.com es sobre la presencia de internet y del arte virtual en las periferias. Toda tecnológica de nuevo, como la Blooks, pero esta era sólo con la periferia. Entonces no hablo apenas por los libros. Las investigaciones salen por otras vías. Tuve un programa de televisión con la pos que fue sensacional. Se llamaba Culturama: un Programa Estudiantil sin Drama.

¿En la pos de la ECO?
De la ECO. Conseguí apoyo de la TVE. Porque yo hago servicio completo, consigo dinero para eso, no me quedo esperando. Entonces hice ese curso. Fui a la TVE y conseguí para la pos un programa mensual sobre cultura. Eso fue en 1978, en la época en que comenzó el debate sobre la Apertura – Geisel. Entonces lo hicimos. Había un grupo de cerca de 30 personas de la pos. Armamos una redacción en Letras. Uno dirigía, otro era camarógrafo, otro era redactor.

¿La producción era toda de ustedes?
Toda, todita de nosotros. Era increíble. Después, en el montaje, iba un alumno para montar. Aquellos muchachos que están en GloboNews Em Pauta son todos de ese tiempo. ¿Cómo es el nombre? Aquel periodista de Em Pauta?

¿Gerson Camarotti?
Camarotti. Y el otro, ¿sabe? Era muy bueno, muy bueno. Esos periodistas todos más viejitos. Ese programa era increíble. ¿Sabe a quien contratamos para ser reportera? ¡Mire como era precoz! A Regina Casé. Ella no había hecho nada todavía, sólo teatro. El último programa fue censurado. También fuimos muy pesados.

¿Cuál fue el motivo de la censura?
Era sobre Apertura, con Regina Casé entrevistando. Llamamos a Zuenir Ventura, a Villas-Bôas Corrêa, todos esos periodistas serios, legítimos, Llamamos unas personas así y las llevamos para un bar gay en la Plaza Tiradentes. Y comenzamos a filmar la entrevista sobre la Apertura con ellos. Me acuerdo que atrás de Villas-Bôas había un ángel gay, un muchacho vestido de ángel. Y él no estaba viendo, pobrecito. Él estaba hablando serísimo: “No, porque la relación de Geisel, la distención...” Una cosa completamente...

No tenía como salir al aire.
Acabó nuestra fiesta. Y no tengo copia, porque ellos reutilizaban las cintas en aquella época. Borraron a Tarsila, ¿quiere más? Hice un curso también en que hice una película sobre Raul Bopp. Raul Bopp murió, no tiene un documento. Era un programa especial de la TVE, enorme, hecho por los alumnos.

¿Todo borrado?
Ni se puede creer, pero era así. Yo quedé muy triste porque ellos borraron – principalmente ese Culturama, que realmente era todo lo que yo quería tener -, dijeron que habían borrado el milésimo gol de Pelé, entonces que no reclamara. Realmente no da para reclamar.

Pero otros programas fueron al aire, ese no fue porque era...
Ese no fue, pero los otros... Regina, muy hábil, jugaba con la Apertura, pero el tipo hablaba en serio. Era una obra-prima.

¿Quién creó el nombre del programa?
Un periodista que hoy es famoso, olvidé su nombre, de esa generación de Camarotti, es enviado internacional. Él inventó ese nombre: “Coloca Culturama, un Programa Estudiantil sin Drama”. Ahí se volvió slogan. Me acuerdo también que después comencé a hacer una cosa complicada con la pos, eso ya bien más recientemente, que era lo siguiente: comencé a enamorarme de la graduación. Porque creo que ese es el camino normal. Usted primero da la graduación, después coquetea con la pos al máximo, ahí va para la pos y comienza a sentir un tedio. Ahí quiere la graduación de nuevo. Entonces, daba clase en la pos y, en vez de dejar la pos hice un curso de graduación en el mismo horario, en la misma sala, era la misma cosa, sólo que la graduación tenía que hacer un reportaje y el otro tenía que hacer un ensayo. Pero era la misma cosa. Ahí nació la Universidade das Quebradas. Comenzó a quedar muy bien, porque graduación mezclada con pos es una cosa muy buena, ¿sabe? La graduación da mucho subsidio para la pos y viceversa.

Retroalimentación.
La graduación es un radio: los alumnos cuentan cosas todo el tiempo que usted no sabe. Por eso es que usted hace esa trayectoria de adorar la pos y, después, camino de vuelta. Voy a volver a donde está la noticia, ¿entiende? Porque es allí que la cosa se pone caliente, en la graduación. Entonces, mezclé. Esa mezcla fue muy buena. Me quedé muchos años haciendo eso. Y comencé a leer textos. Siempre me gustó la lectura de textos. Más para el final me gustaba mucho leer, cosa que yo no sabía. Entonces, tomaba, así, un libro que está saliendo ahora: Alain Touraine, Arjun Appadurai, no sé. El último Appadurai, y lo leía durante el curso. La lectura de la graduación mezclada con la pos es de una riqueza espantosa, porque la pos tiene más repertorio y la graduación tiene más inquietud, entiende más rápido la cosa. Es divertido: es menos trabada, se equivoca pero hace. Es interesante esa mezcla, una mezcla linda.  En estos últimos diez años, estuve haciendo eso. Fui yendo poco a poco. Primero junté maestría con doctorado. Después, doctorado, maestría y graduación. Después, maestría, doctorado, graduación y extensión. Coloqué un curso de extensión en la misma hora y la misma sala, con todo de mentira de nuevo. Ahí realmente se prendió.  Fueron los mejores cursos que di en la vida.

Para su formación intelectual, ¿qué referencias considera más importantes?
Mikhail Bakhtin, desesperadamente. Walter Benjamin, desesperadamente. Actualmente, trabajo más con Appadurai y Touraine. Trabajo mucho con ellos. Y los franceses: Rancière, esas cosas, un poco. Pero en principio, allá atrás, la formación es Erich Auerbach, Bakhtin, Benjamin y Barthes, mucho. Después tuve un tiempo posmoderno, introduje eso también, traje mucha cosa, Fredric Jameson y Néstor García Canclini. Ahí vino mucha América Latina. Cuando volví y creé el Ciec, ahí ya era otras cosa: eran estudios culturales. Con proyecto de intervención inclusive, que es una cosa que yo siempre tuve instintiva y que se formalizó. Entonces es una investigación-acción, no es más especulativa.  

A su regreso, la línea fue esa.
Volví por ahí: estudios culturales, trabajando intervención. Trabajé mucho con museos. Comencé a hacer desesperadamente muchas exposiciones, seminarios grandes. Recuerdo que en 1993, cuando creé el Pacc, organicé por la ECO el seminario más importante de mi vida, llamado Sinais de Turbulencia. Ocurrió junto con aquellas masacres, de Vigário Geral, etc. Llamé mucha gente de Estados Unidos, especialista en rap, traje filósofo francés, traje mucha gente, mucha gente de América Latina. Fue un evento de varios días, muy grande, en el Hotel Marina. Fue un marco en mi cabeza, en mi vida, y creo que en la de mucha gente. Porque, por ejemplo, estaba José Junior, de AfroReggae. Estaba sentadito en la platea, curioso: ¿qué turbulencia era esa? Ecio Salles, todos los rappers, ¿sabe? Me acuerdo que hice una mesa con una especialista en rap americana, ella y el DJ Marlboro, los dos conversando. Marlboro es muy articulado. Fue un debate tan increíble de la scholar americana con el DJ. Fue increíble. Entonces, de ahí en adelante, me sacudí un poco, fui a correr atrás de la periferia.

¿Hubo tiempo para otras acciones, además de ese seminario, por la pos?
Muchas, muchas. Pero ese Sinais de Turbulência fue un marco. Porque eran señales de turbulencia. De ahí en adelante, vino la turbulencia. Pesada. Hubo muchas masacres. Porque comenzó a aparecer a los poquitos: los intelectuales comenzaran a subir el morro despacio, Zuenir Ventura fue allá, Caetano fue a Vigário Geral para ver lo que estaba pasando.

El libro Cidade Partida es de esa época, ¿no?
Cidade Partida es de 1994. Fue después, pero ya era reflejo. Waly Salomão hizo una intervención fuerte también en Vigário, tanto que el centro cultural en Vigário Geral se llama Waly Salomão. Y eran todos mis amigos. Yo soy hermana de Zuenir y era de Waly, personas de mi patota. Estaba muy claro que habría allí una intervención. Como era un seminario internacional muy grande, hice una apertura en la entrada del Fórum, que tiene aquella escalera que va para la iglesia. En la apertura hicimos un show de Furacão 2000. Nunca lo había visto. No imaginaba que era tan bullicioso. 

¿Esas acciones tenían buena receptividad de los alumnos de la pos?
Sí, tenían, siempre tuvieron. Nunca tuve problema. Era una delicia. Creo que fui profesora porque mi padre me mandó a ser profesora, porque me quedó siempre un amor y odio con la universidad. Pasión, ¿no? Porque no la dejé hasta hoy. Estoy hace cinco años jubilada y aún allí, inventando cosas. Pero hay una cosa allí que me irrita, entonces es una cosa bacana, así, que da un choque interesante. Y también no lo dejo. Lo adoro. Cambio de sala, cambio de edificio... Pero la cosa del alumno es fantástica.

¿Cuánto de su vivencia de los años 1960 está relacionado con esa inquietud?
Una cosa que se decía es que las personas de los años 60 se quedaron huérfanas e inventaron los estudios culturales. Son todos de los años 60. Los Estudios Culturales son una réplica muy recalentada, disminuida, aguada, de lo que fue la universidad de los años 60, que era una universidad muy viva. El debate giraba, todo era un debate. No era sólo caos, no. Las personas se tomaban en serio sus carreras. Usted sabía que estaba allí en un momento importante, en un trabajo importante, con alumnos importantes y que usted era una pieza importante de aquella historia. Entonces, mi bautismo fue de fuego. La Facultad de Letras fue 10, inclusive porque era un acampamento, porque la Facultad de Letras quedaba en la Avenida Chile, en un galpón, no era un edificio sólido. Entonces llovía adentro, había una promiscuidad interesante. Por ejemplo, yo estaba en la Praia Vermelha hasta hace poco tiempo. Salí con el incendio. Ahora estoy en Letras. Mire, me demoré mucho: aquel Fundão es lo máximo. Estoy trabajando intensamente con la pos, intensamente, estoy trabajando con Bellas Artes. Usted tiene un campus. Va a almorzar y encuentra personas con ideas. Aquello es un club. No es la misma cosa la Praia Vermelha, no. Como está muy cerca de la ciudad usted da clase y se va. Yo no me quedaba allí. Si tenía clase de noche, una al medio día, me iba para la casa y volvía después. En el Fundão, todo el mundo se queda vagando. 

En el Fundão todavía existe la Coppe.
La Coppe es mi interlocutora mayor, estoy dentro de la Coppe. Articulé Pacc y Lamce, Laboratorio de Métodos Computacionales en Ingeniería, por eso estoy trabajando mucho con lo digital. Cultura digital, literatura digital... Estoy haciendo unas experiencias de realidad aumentada, de inmersión, ellos tienen todo eso, tienen unos equipos increíbles, utilizados solo para plataformas. Cuando usted pide una cosa, ellos se ríen de oreja a oreja. Es la hora del recreo. 

 

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v.20, n.2 (2017)
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